Y llegó el día tan esperado: mañana a la noche parto para Nueva York con seis cuadros a cuestas. Viajo en un vuelo directo para tener que trasladarlos lo menos posible. Por suerte conseguí embalarlos bien. La curadora me dió una dirección donde me hicieron una valija a medida para los cuadros. La «valijita» mide 0,80 por 0,80, lo que miden los mandalas. Germán me compró un carrito y amarramos la valija en él para desplazarlos con mayor facilidad. Llevo muy poca ropa, porque quiero estar lo más libre posible. De todos modos la ropa de frío es pesada. Estuve mirando el pronóstico metereológico en Nueva York para los próximos diez días y si no fallan, cuando llegue estará nevando. La temperatura va a oscliar entre 0 y -5 grados durante esos días. Viví 20 años en el trópico así que se pueden imaginar el frío que voy a pasar. Me llevo guantes, botas y sombrero. Ahora les estoy escribiendo con 28 grados, ¡es tan difícil imaginar que dentro de dos días serán -5!.
Es la primera vez que viajaré con el implante coclear. Llevo mi tarjeta de identificación de implantada para que no me hagan pasar por el identificador de metales, ya que el chip se pone a chiflar. Espero que no me desvalijen creyendo que soy una terrorrista. Cuando llegue a Nueva York me voy a comprar una notebook para escribir en el blog y contarles cómo la pasé en los aeropuertos. Tengo miedo de olvidarme algo, soy una persona muy distraída y son tantos los papeles los que tengo que llevar entre pasaje, visa, documentos y trámites de exportación de obras.
En Nueva York me voy a encontrar con Hillary, que trabaja en la Medel de EEUU. Ella se ocupará de la entrevista que me van a hacer. Con ella irá un fotógrafo para sacar fotos en la galería y otros sitios de la ciudad. Medel quiere mostrar con esta entrevista como una persona sin audición puede superar sus limitaciones gracias al implante coclear. Esperamos que esto ayude a quienes lo necesitan.
Me siento feliz y ansiosa a la vez. Tengo que reconocerles que no me gustan los aviones. A decir verdad me encantan los aviones pero les tengo miedo. Espero dormir en el viaje. Me voy a desconectar el implante y no voy a escuchar nada. Esa es la ventaja de ser sordo (alguna tenemos que tener), puedo quedar en el silencio con un mero clic. Siempre la pasaba mal en los aviones, cuando algún pasajero intentaba tener una conversación conmigo. Con el audífono escuchaba unos ruidos horrorosos y la voz era casi incomprensible. Vamos a ver que pasa con el implante, cuando la azafata me pregunte algo. Y sino a usar la lectura labial y hacerme la dormida.
Me voy al país de los no-fumantes aunque vendan sus cigarrillos al resto del mundo. Estoy contenta porque considero que será mucho más fácil volverme a alejar del maldito. Espero volver como ex-fumante a Buenos Aires, ¡y gritarlo a los cuatro vientos!
Les dejo nuevamente el blog a las locas y los locos sordetes… ¡y no sordetes! que por aquí escriben maravillosos comentarios. Espero que Rodolfo nos cuente como fue su activación y poder leerlo en algún bar calentito de Nueva York (¡no lo puedo creer!)
Iré a todos los museos e intentaré disfrutar de este viaje al máximo.
Les mando un beso grande y agradezco por los comentarios cariñosos que recibo de todos ustedes.
¡Porténse bien! jajajajajajaja