Cuando la vida nos da una cachetada los problemas cotidianos se hacen insignificantes. Vivimos cómo si no nos fuésemos a morir nunca pero al encontramos frente a la muerte lamentamos el tiempo perdido. El gran villano es el ego que nos desconecta del amor. Competimos en vez de compartir y buscamos ventajas en todo. Los egoístas son personas infelices. La vida es un alimento y sólo recibimos cuando damos. Los japoneses dicen que para llenar el vaso primero hay que vaciarlo. O sea que debemos desprendernos para recibir . Es una cuestión de física pura. La sabiduría está en la simplicidad pero muchas personas la confunden con simplismo. Picasso llegó a la genialidad cuando volvió a pintar cómo lo hacen los niños: “A los doce años sabía pintar cómo Rafael pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño”
Mi madre se está yendo. Luchó durante un año contra un cáncer. Antes de que esa enfermedad maldita la atacase era una mujer llena de salud y vitalidad. Hizo quimioterapia durante seis meses y sufrió dignamente de los efectos feroces del tratamiento. Mientras tuvo esperanzas no se dejó desanimar. Se mostró radiante en la exposición de las alumnas de Olinda Arte. Subió las escaleras despacito y sin pausa hasta llegar a la puerta. Pero la vida le dio otra cachetada: el primero de enero murió su hermanita del alma, en Paris, de cáncer también, y eso le rompió el corazón. Bajó los brazos y dejó de comer. Ahora está internada en el hospital y los médicos dijeron que no hay más nada que hacer.
Esa es la razón por la que desaparecí del mundo virtual. Por suerte que estoy de vacaciones y puedo estar al lado de mi madre todo el tiempo. La quiero acompañar hasta la puerta de salida y ayudarla a dejar esta tierra rodeada de amor y con el menor sufrimiento posible. En momentos como estos debemos abandonar nuestro egoísmo y desprendernos. La voy a extrañar tanto a la vieja pero no puedo nadar contra la implacable ley de la vida. Creemos que podemos controlar la existencia pero eso también es una ilusión. Cuando la muerte nos muestra su cara nos recuerda lo pequeños y frágiles que somos. La humildad nos libera de muchos sufrimientos. La caída de los soberbios es violenta. Frente a la muerte sólo nos queda la aceptación. O aceptamos o nos jodemos. Lo que pasa que muchas veces se confunde aceptación con sumisión. Ahí es donde choco con la religión católica, cuando dice que el cielo es de los pobres. Con esa confusión los pueblos se sometieron pasivamente a la explotación de los más ricos. La aceptación no debe ser pasiva. Yo tuve que aceptar mi sordera para luchar por un implante. No hay que bajar los brazos nunca pero tampoco hay que ser necio. Necia sería al querer mantener viva a mi madre a toda costa. Necia y egoísta también.
Ayer vi un bebé recién nacido en el pasillo del hospital. Una enfermera lo llevaba en una cuna hacia el ascensor. Mientras unos llegan otros se van, pensé. La vida es un río que fluye constantemente entre el nacimiento y la muerte.
Me da mucha pena verla así. Siempre ha sido una mujer bella y coqueta. Seducía a todo ser vivo que se le cruzaba. Ahora es una vela que se apaga. Dicen que pasamos por cinco etapas antes de morir. La negación, bronca, negociación, depresión, aceptación. En estos días yo misma pasé por algunos de estos pasos. Primero fue la negación. Me parecía mentira, esto no estaba pasando de verdad. Después me vino una bronca bárbara. Cuando la miro veo angustia y miedo en sus ojos y me da bronca. Después pena y ahora sólo quiero darle amor. Quiero estar a su lado y devolverle todo lo que ella me dió: la vida.
El show debe continuar, la vida debe continuar y el blog también. Somos un grupo de sordos que buscamos ayuda y contención. Nos apoyamos y nos necesitamos porque debemos luchar mucho para que la sociedad nos acepte y respete. Las obras sociales hacen de todo para escapar de sus responsabilidades hacia con nosotros. Si estamos unidos los podemos vencer. Cómo dijo Martin Fierro:” Los hermanos sean unidos que esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”. Somos una familia inventada porque nuestros familiares, por más amor que nos tengan, muchas veces no pueden comprendernos. Al estar juntos no estamos solos. Algunos de nosotros tienen más fuerza que otros. Algunos tienen algún tipo de talento que otro no tiene y viceversa. Aprovechemos los talentos de nuestros hermanos y aceptemos lo que cada uno puede y lo que no puede también. La consigna es compartir y jamás competir.
Cuento con ustedes para que sigamos juntos venciendo al mundo hóstil que nos rodea. Intentemos dejar de lado las diferencias y por sobre todo superar los malos entendidos. Hemos conseguido unirnos y hacer de nosotros un grupo fuerte. Entre todos hemos conseguido tener VOZ. No la perdamos.