Para dibujar y pintar hay que aprender a mirar. Hace años, en un curso de dibujo me mandaron copiar un pez. En dos minutos lo tenía hecho. «Hagalo de vuelta y mire con más atención», me dijo el profesor. El pez era simple y no le veía ningún interés. Estuve dos horas, dibujando una y otra vez al mismo pez. Con este ejercicio aprendí a mirar. Descubrí en cada copia nuevos detalles, imperceptibles a simple vista y que hacen el dibujo más interesante y natural. Una silla de hierro pintada en rojo, no es roja. Las luces y las sombras le dan el color y el volumen. En las zonas claras el rojo se mezcla con una pizca de amarillo y en las zonas más oscuras con azul. Unas pinceladas blancas le dan el brillo del metal, que se refleja con la luz. Para lograr estos tipos de efectos se necesita aprender técnicas pero luego la observación hace el resto. Cómo dice el refrán: «El viejo zorro sabe más por viejo que por zorro» La experiencia y la constancia son imprecindibles.
Lo mismo pasa con el implante. Se aprende a escuchar a través de los electrodos con reeducación y también con la práctica del día a día. El rojo se descompone en amarillo, azul y blanco según la luz como el sonido ambiental se descompone en bocinas, ladridos, voces, sirenas, gritos y así por delante. Para escuchar se requiere de aprendizaje y atención. Una cosa es mirar y otra es ver. Una cosa es escuchar y la otra es oír.
Al poco tiempo de implantarme Germán me regaló un mp3. Hacía quince años que no escuchaba música y no sabía usar ese nuevo aparato electrónico. Mi hija me grabó un disco de Chico Science, músico recifense, que tuvo mucho éxito, tanto en su país como en Europa. Era famoso mientras yo vivía en Brasil. Su música tocaba por todos lados pero yo no la conocía. Enchufé el mp3 al procesador y escuché el disco de Chico Science miles de veces, ya que era el único que tenía grabado. Con la repetición aprendí reconocerlo. Al principio no escuchaba su voz y las notas eran incomprensibles. Con el tiempo discriminaba los instrumentos, su voz, palabras y frases completas. Me enamoré de Chico y su música.
No me pasa lo mismo con la televisión porque no le presto atención. A pesar de todo ya reconozco palabras y por momentos frases enteras pero avanzo poco al no practicar. El teléfono es otro tema. No llamo a nadie y nadie me llama. Mi madre era la única que lo hacía. No se cansaba de insistir. Fue mi profesora. Hoy en día me sorprendo cada vez que atiendo una llamada. Escucho y puedo mantener conversaciones. Sólo me falta vencer la fobia, el miedo irracional que le tomé al teléfono.
José Luis es un ejemplo para mí. Le tengo una gran admiración. Con ocho años de edad aprendió a hablar y con 42 se implantó. En dos años de implantado ya discriminaba todas las palabras, escuchaba música y hablaba por teléfono. El logro se debió a su perseverancia y tesón. Hizo reeducación todos los días durante meses. Atendía el teléfono sin miedo, escuchaba músicas una y otra vez hasta comprenderlas. Se angustiaba y cansaba después de largas horas de reeducación pero nunca se dejó vencer. La actitud lo es todo. Nada es imposible para quién tiene fe y constancia.
Muchos oyentes oyen pero no escuchan. El marido no escucha cuando su mujer le habla. El médico no escucha a su paciente, la madre no escucha a su hijo, el hijo no escucha a su padre, etc… porque están distraídos. Hay que aprender a escuchar al igual que se aprende a mirar para dibujar.
No hay peor sordo que el que no quiere oír, y eso no va dirigido a los sordos y sí a los oyentes, porque ellos tienen la capacidad de escuchar y no lo hacen. Nosotros debemos aprender a escuchar con los electrodos pero la vida es un aprendizaje y todos tienen mucho para aprender.
No se dejen vencer. Perceberen y triunfarán.