Desde que terminé de construir mi taller de pintura se me está haciendo cada vez más difícil escribir y participar en los blogs que me interesan. Me cuesta administrar mis tiempos, el día pasa demasiado rápido. Tengo una gran admiración por Pepe Lozano (y otros más) que escribe todos los días una entrada en su blog y sigue los cientos de comentarios que recibe periódicamente. Lo que me parece más increíble aún es que además tenga tiempo para trabajar y tener una vida en el susodicho «mundo real».
Cuando me entró agua en la trompa del oído y dejé de oír algún sonido desde mi audífono, me sumergí en la internet de los pies a la cabeza. Gracias a ello pude mantenerme comunicada, fue mi salvación. Al tener epoc y no poder participar de un grupo de autoayuda en tiempo real lo busqué en el mundo virtual. Conocí un foro de ex-fumantes impresionante donde me harté de tanto escribir. Fue una catarsis. Me pregunto cómo hubiera vivido esta sordera completa sin una computadora (hace ocho años atrás) El correo electrónico me sirvió y me sirve aún, entre otras cosas, de teléfono. Una de las peores cosas que me pasó en esa época fue depender de los otros para atender el teléfono. Mi hija Maru tuvo que ser mi telefonista. Ella es una niña muy impaciente y no tenía «tiempo» para escuchar, traducir, responder o lo que sea necesario para mi comunicación. Cortaba el teléfono antes de yo poder pensar en una respuesta o pregunta, lo que me ocasionaba desentendimientos a veces importantes. La sordera es una deficiencia invisible y eso hace que los normoyentes no entiendan que uno no es sordo porque no quiere oir, sino porque no puede.
La internet fue mi refugio y mi cable decomunicación. En ese entonces escribí tanto en el foro de exfumantes que pensé hacer un libro. Creí que lo mío era la escritura en vez de la pintura pero ahora me dí cuenta de lo difícil que es manejar ese arte.
Después que me hice el implante empecé a vivir cada vez más en el mundo de los sonidos y a entrar cada vez menos en el mundo virtual. La internet me lleva mucho tiempo. Hablo con amigos de varios lugares del planeta a través del messenger, me paseo por los blogs de algunos de ellos, participo en dos foros de ex-fumantes, recibo y mando mails y aunque me niegue a usar el facebook siempre recibo mensajes, fotos o comentarios de mis excompañeros del colegio y otras personas que me han buscado y agregado por ese medio.
Ahora construí un taller. Es la primera vez en mi vida que tengo un espacio exclusivamente para este fin. Fueron seis meses de construcción y estoy disfrutando de cada rincón y de cada detalle. No instalé una computadora ni una televisión, sólo un equipo de música que poco a poco me animo a prender. Por ahora reconozco los discos de jazz que heredé de mi padre y no quise tirar a pesar de haberlos dejado de oir por años. En algún rincón de mi alma guardé la esperanza de que un día podría volver a disfrutar de la música. Hace quince años atrás pintaba todos los días escuchando música sin parar. A decir verdad fui una obrera de la pintura porque mi bolsillo dependía de ello. Trabajé haciendo todo tipo de artesanías. Pinté frascos, cuero, madera, remeras, pareos, blusas, pantalones, murales, mapas, estampillas, puertas, latas, y además cuadros. Porque no sólo de exposiciones vive el pintor -por lo menos así lo fue para mí- pero siempre viví de una manera u otra de la pintura.
La pintura decorativa nos da una opción de ganar dinerocon el arte porque, además de belleza, también tiene utilidad. Estudié arquitectura durante tres años y me arrepiento por no haber continuado porque esa es mi profesión frustrada. En los espacios veo oportunidades, me apasiona. La buena distribución de los espacios brinda calidad de vida a la gente y la belleza también. Es por eso que la arquitectura y el arte se encuentran constantemente. La belleza es tan necesaria como lo funcional porque no sólo de pan vive el hombre. La belleza hace bien al alma y por consecuente a la salud.
Ahora estoy pintando mi taller mientras oigo música (a mi manera). Mi hija Marulinha se pasea por él, le da de comer al canario, cambia la música por una brasileña y se aprovecha de mi concentración para sacarme unas fotos con su nueva cámara.
Me encanta perderme entre las pinceladas de colores. Me encuentro con el verdadero silencio, un silencio pleno, desde donde puedo oír mi alma. Al igual que la meditación puedo viajar a los lugares mágicos de mi imaginación.
De todos modos no quiero perder mi blog, ni quiero perder a los amigos que me he hecho en la internet. Mi meta consiste en escribir por lo menos una vez por semana y mantenerme en contacto con este mundo virtual que tanto me ayudó a superar uno de los peores momentos de mi vida, cuando el silencio me invadió por completo.
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